ATENEO DE SEVILLA

Texto de la conferencia pronunciada el 10 de octubre por D. Juan Ortiz Villalba con motivo del 125 aniversario fundacional

D. José Domínguez León, Presidente de la Sección de Literatura; D. Juan Ortiz Villalba, Presidente de la Sección de Geografía e Historia; D. Alberto Máximo Pérez Calero, Presidente del Ateneo y D. Miguel Cruz Giráldez, Adjunto a la Presidencia del Ateneo

 

EL ATENEO DE SEVILLA Y EL IDEAL ANDALUZ

 

            Podemos decir, sin temor a exagerar o a equivocarnos, que el Ateneo de Sevilla nace en 1887 con vocación andalucista. Para comprobarlo no tenemos más que leer el Artículo 1º de su primer Reglamento:

 

“Art. 1º.- El objeto de este Ateneo es contribuir a la mejora moral y material del hombre y de la sociedad, mediante el cultivo y la propagación de la ciencia, la literatura, las artes y todo género de conocimientos útiles. También se propone recorrer el territorio de Andalucía y comarcas vecinas para estudiar y dar a conocer sus monumentos y antigüedades, sus tradiciones, creencias y mitos; sus costumbres, ceremonias y fiestas; su flora, su fauna y su gea”

 

            En este primer artículo del Reglamento del Ateneo de 1887 está condensado el espíritu de su fundador, el profesor D. Manuel Sales y Ferré y de muchos de los hombres que le acompañan. La mejora moral y material del hombre y de la sociedad, a través de la educación en el más amplio sentido de la palabra, son ideales de la filosofía krausista y de la masonería también. De la primera venía entre otros D. Manuel Sales y Ferré y de la segunda el doctor D. Javier Lasso de la Vega y Cortezo, primer presidente de la Sección de Medicina (1)

 

Pero el cultivo de la sociabilidad y la tolerancia son también ideales de ambas corrientes de pensamiento, tan imbricadas. En la primera Junta Directiva del Ateneo encontramos como presidente de la Sección de Arqueología y Bellas Artes al canónigo Francisco Mateos Gago, muy destacado en la ciudad por su conservacionismo diríamos hoy, pero también por su conservadurismo ideológico-político. Mientras que Sales, Lasso de la Vega y otros fundadores del Ateneo eran republicanos.

 

Decíamos que Sales venía del krausismo, pero ya era un convencido positivista. De hecho se le considera el fundador de la Sociología en España y, al obtener la cátedra de esta especialidad en la Universidad Central, se trasladaría a vivir a Madrid en 1899.

 

En el primer artículo del Reglamento de 1887 se condensa tanto el krausismo como el positivismo de Sales y Ferré. Pues al amor por las excursiones y el contacto con la Naturaleza, de que tanto gustaba la pedagogía krausista, se une lo que el propio Sales denomina en el discurso de inauguración del Ateneo el “método constructivo”, de cuño netamente positivista; recopilar datos concretos para ir de lo concreto a lo abstracto, estableciendo grados, leyes y principios.

 

Ahora bien, el ámbito de actuación del Ateneo y Sociedad de Excursiones no se circunscribe a Sevilla y su provincia, sino que se extiende a toda Andalucía y comarcas vecinas. De manera subliminal se están lanzando un doble mensaje; por un lado, de andalucismo cultural; y por otro, de Sevilla como capital de Andalucía.

 

No podía ser de otro modo, si tenemos en cuenta que, según María de Pablo-Romero,  en la fundación del Ateneo y Sociedad de Excursiones convergen en 1887: un puñado de miembros de la tertulia krausista del café Suizo, animada por Federico de Castro y Manuel Sales y Ferré, un numeroso grupo de alumnos de éste, otros núcleos universitarios y más de la mitad de los colaboradores de la revista “Folk-lore Andaluz” fundada por Antonio Machado Álvarez en 1882 y desaparecida después del traslado de éste a Madrid un año más tarde. 

 

Se trata, entre otros, de personalidades tan destacadas en el mundillo intelectual y político de Sevilla como Luis Montoto, Pedro Rodríguez de la Borbolla, Francisco Mateos Gago, José Gestoso, Francisco Rodríguez Marín, Joaquín Guichot y Alejandro Guichot , etc. (2)

 

El andalucismo cultural está presente pues en el Ateneo de Sevilla, desde los primero pasos de éste. Pero el andalucismo político no tarda en insinuarse. El clima es propicio. De hecho, en la inauguración del curso 1887/88, el propio Sales y Ferré en su discurso titulado “Civilización Europea, consideraciones  acerca de su pasado, su presente y su porvenir”  expresó ideas francamente anti-centralista y federales:

 

“señaló que las causas de nuestra decadencia moral son la pérdida de las creencias religiosas, la instrucción meramente intelectual y utilitaria y la centralización; los medios de combatir la crisis son el cultivo de la ciencia como arte, impartir una instrucción real, total y orgánica y construir armónicamente las sociedades devolviendo la legítima autonomía a las regiones y municipios”

 

Subraya María de Pablo-Romero que “este discurso es importante porque por primera vez en Sevilla, desde una tribuna pública influyente y por boca de un catalán, se habla de la autonomía regional, tema que en las primeras décadas del siglo XX será causa de tantos debates” (3)

 

Un poco exagerada nos parece la afirmación de María de Pablo-Romero en cuanto a la novedad de estas ideas en Sevilla. Pues se trata ni más ni menos que de las del Partido Republicano Democrático Federal de Pi y Margall, tan importante durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874) y todavía influyente durante las dos primeras décadas de la Restauración (4) Pero, tras el fracaso de la Primera República y el éxito y afianzamiento de la Monarquía restaurada, el republicanismo federal entra en decadencia. No obstante, aún tiene su canto de cisne en la Asamblea de Antequera de 1883, en la que se aprueba un “Proyecto de Constitución Federal Regional de Andalucía”  (4)

 

 

El republicanismo federal propugna la autonomía de municipios y regiones, cuando no la soberanía de ambos, llegando en este caso a confundir federalismo y confederalismo. Según el profesor José Acosta Sánchez, que ha analizado sutilmente los conceptos de federalismo, confederalismo y regionalismo:

 

“Creemos, en suma, que el federalismo se diluye por dos causas principales, y no sólo en Andalucía:

 

a) por la succión que el socialismo en general (léase en muchos casos anarquismo y anarco-sindicalismo), efectúa sobre su base obrera; y

 

 b) por el recurso al regionalismo y al nacionalismo de la burguesía y de la pequeña burguesía periféricas, conscientes de la inoperancia del federalismo doctrinal, por una parte, y por la otra, de la necesidad de profundizar en los particularismos y especificidades de los pueblos a la hora de librar la batalla frente al poder central. Sin consolidar su autoconciencia no se podía consolidar la autonomía y autogobierno de los pueblos, se venía a decir” (5)

 

            Las expresiones de Sales y Ferré, en su discurso de inauguración del curso 1887/88, contra el centralismo y en pro de la autonomía de municipios y regiones son conceptos de cuño puramente federal. Pero el regionalismo cultural, que consciente o inconscientemente anida en el recién estrenado Ateneo, no tarda en dar jugosos frutos, alumbrando a la larga el regionalismo político o andalucismo.

 

UNA DÉCADA DE JUEGOS FLORALES (1897-1917)

 

            La crisis colonial en torno a 1898 impulsa los regionalismos. Cataluña va en cabeza. En Barcelona hay conferencias en el Ateneo y Juegos Florales que dan fuelle al catalanismo cultural y político. En Sevilla, a los diez años exactos de constituirse el Ateneo, dicta desde su tribuna Enrique de la Peña una conferencia titulada “El Regionalismo en Andalucía”:

 

“El conferenciante advirtió  que estaríamos ciegos o se habían de borrar de golpe las tradiciones y el carácter de la tierra andaluza, para no declarar que este trozo de tierra ardiente, este sol brillante y este ingenio despierto y vivo tienen anudados estrechos lazos de los cuales no es posible separarse sin renegar de una ejecutoria que a todos nos reúne y cobija. Tales principios los fue apoyando el Sr. Peña en datos tomados del terreno filosófico y político –sacando las lógicas deducciones- y apoyándose en el “palenque literario”, musa permanente del puro regionalismo” (6)

 

            En mayo de ese mismo año de 1897 se celebran los segundos Juegos Florales del Ateneo de Sevilla, cuyo mantenedor es nada menos que el ex – ministro liberal y futuro presidente del Consejo don José Canalejas. A lo largo de su discurso, afirmó éste que lo que podría llamarse regionalismo era aquí más nacional que en parte alguna (7) Y es que frente al regionalismo muchos políticos centralistas están a la defensiva. Diecisiete años más tarde, en los Juegos Florales de 1914, su mantenedor, el futuro ministro liberal, presidente del Gobierno Provisional y presidente de la República don Niceto Alcalá-Zamora, natural de Priego de Córdoba, tronaría en la tribuna del Teatro San Fernando:

 

“En Andalucía no se ha desarrollado el regionalismo político. Fue, sin duda, un bien inmenso para Andalucía y para España toda, que no surgiera aquí (…) un regionalismo político (…) Pensad que formamos la región más grande de España, la más rica y la más fuerte (…) Vale más no pensarlo, porque estaríamos, no ante un problema, sino ante una desdicha irreparable; no ante una inquietud, sino frente a un desastre”

 

Don Niceto hace gala de un fuerte nacionalismo español frente a los regionalismos periféricos,:

 

“Nuestra misión actual consiste en fortalecer a España, formar un pueblo donde se inculque el sentimiento que es ideal, grande y colectivo de la Nación” (8)

 

            Esto decía quien el 14 de abril de 1931, desde el balcón de la Casa de Correos de la Puerta del Sol de Madrid, habría de proclamar la Segunda República Española; mientras que en Barcelona, desde el balcón del Palacio de Sant Jaume, el coronel Francesc Maciá proclamaba “la República Catalana com Estat integrant de la Federació Ibérica”. Alcalá-Zamora tendría que viajar urgentemente a Barcelona, para templar gaitas con Maciá, quien no tendría más remedio que resignarse a una situación transitoria hasta que se aprobase la Constitución en diciembre de 1931. El 15 de septiembre de 1932 el propio Alcalá-Zamora, presidente de la República, firma el Estatuto de Cataluña aprobado por las Cortes Constituyentes, cuyo primer artículo reza: “Cataluña se constituye en región autónoma dentro del Estado Español”

 

            Pero, en 1914, Alcalá-Zamora demuestra estar muy mal informado acerca del recorrido hecho ya por el regionalismo cultural y político andaluz en Sevilla, en concreto en el Ateneo. Blas Infante opina en las páginas de la prensa local sobre el discurso del futuro presidente de la República:

 

“El mantenedor de los Juegos Florales, el señor Alcalá-Zamora, diputado a Cortes por La Carolina, se ve precisado a tratar de regionalismo –“Fue indicación vuestra que había de decir algo acerca del regionalismo andaluz” (dijo)- Y habla para reconocer en suma la distinta realidad psicológica de la personalidad andaluza, o lo que es lo mismo, la existencia del pueblo andaluz.

 

Ya no importa que niegue  se deba trabajar por conseguir la fortaleza de esta unidad, y el explayamiento de esa fortaleza en la afirmación de su existencia político-administrativa. Es una inconsecuencia absurda el reconocer la existencia de un individuo o de cualquier sustantividad consciente, y negar los fueros fundamentales de su vivir: su libertad para procurar los medios de su propia vida y para luchar por el desenvolvimiento y triunfo de la personalidad propia” (9)

 

            Entre 1897 y 1914, el regionalismo cultural y político andaluz hace un largo recorrido, sobre todo en Sevilla y su Ateneo. Las guerras de independencia de Cuba y Filipinas causaron en éste la natural conmoción, pero también produjeron una honda reflexión. En julio de 1897 visita Sevilla el señor Polo de Lara, gobernador de la provincia de Ilocos, situada al norte de Filipinas, el cual “podía informar con conocimiento de causa:

 

“En las dos conferencias que impartió –en El Ateneo de Sevilla, por supuesto- expresó la amargura que le había producido el derrumbamiento de nuestro imperio colonial, a causa “de la negación por parte de España de las libertades y derechos que reclamaban en la prensa, cátedras, libros y con las armas en la mano”. Aseguró que él mismo había tratado a través de conferencias, periódicos y libros, arrancar la venda del error que cegaba a España: “Soñador me llamaron, visionario… al indicar en los años 96, 97 y 98 los peligros que corríamos al seguir la funesta senda del error, marcada con vetustas leyes y gastadas instituciones” (10)

 

También en Cuba, antes de levantarse definitivamente por su independencia, muchos había reclamado la autonomía, que se les había prometido después de la larga guerra de 1868-1878 y el Convenio de Zanjón, firmado por el general Martínez Campos este último año con los insurrectos.

 

A principios de los años noventa del siglo XIX, don Antonio Maura, ministro de Ultramar de un gabinete liberal presidido por Sagasta, presentó un proyecto de Ley en tal sentido, que se estrelló contra el muro de los intereses creados en torno a Cuba y el inmovilismo centralista del Estado de la Restauración. Cuando a última hora, otro gobierno de Sagasta concedió al fin la autonomía a Cuba, ya era tarde y gran parte de ésta se había levantado de nuevo en armas por su independencia.

 

 

Apenas inaugurados los Juegos Florales, organizados por el Ateneo de Sevilla en 1896 y 1897, tuvieron una interrupción de dos años como señal de duelo por el desastre colonial y la consecuente pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas a manos de EE UU. Cuando se reanudaron en 1900, los Juegos Florales de Sevilla acusaron durante varios años la honda crisis que al parecer sufrió al Ateneo en el tránsito del siglo XIX al XX, reflejo tal vez de la tremenda crisis moral que afectaba a amplios sectores, sobre todo intelectuales y políticos, de la sociedad española.

 

Durante varios años se sucedieron como mantenedores destacados políticos, poco o nada simpatizantes con las ideas regionalistas. En 1900 fue el liberal gaditano Segismundo Moret, muy pronto presidente del Consejo; en 1901 el conservador antequerano Romero Robledo, veterano ex ministro y gran hacedor de elecciones – ¿Por dónde es usted diputado?– le preguntaron un día a su correligionario malagueño don Antonio Bergamín; a lo que éste contestó muy ufano: – ¡Yo por Romero Robledo!

 

En 1906 fue mantenedor de los Juegos Florales de Sevilla el tradicionalista Vázquez de Mella, quien convirtió su discurso en un brillante himno a la Religión y a la Iglesia Católica. Según el diario  local “El Liberal”:

 

“El Sr. Mella no obtuvo el beneplácito general (…) Su discurso no fue apropiado (…) Político y muy político fue todo aquello (…) A veces parecía que el diputado carlista hablaba desde un púlpito, olvidándose que era mantenedor de unos Juegos Florales.

 

La belleza, el amor, la mujer, temas tan de lugar en estos actos, no tienen que agradecerle mucho al Sr. Mella “(11)

 

            Mucho más comedido y conveniente estuvo el mantenedor de los Juegos Florales del año siguiente, el liberal Santiago Alba. En el acostumbrado banquete del hotel París, con que se le agasajó al día siguiente, el presidente del Ateneo don Emilio Llach afirmó que el Sr. Alba había actuado como “el verdadero mantenedor de unos Juegos Florales, pues ha cantado a la Patria, la Fe y el Amor”. Don Santiago contestó: “Soy un enamorado de todo lo que signifique libertad y democracia, y no he defendido mis ideas, sólo he venido a cantar las glorias de este pueblo” (12)

 

            Pero mientras fueron políticos del primer plano nacional los mantenedores de los Juegos Florales, el tema regionalista estuvo ausente o postergado en éstos. Los oradores rizaban el rizo con brindis al arte, la patria, el amor; y todo lo más, se perdían en alabanzas localistas a la belleza y méritos de Sevilla.

 

Sin embargo, desde 1897 al menos, el regionalismo alentaba con fuerza en el seno del Ateneo, tal y como nos muestran la conferencia citada de don Enrique de la Peña y la alusión de don José Canalejas en los Juegos Florales de aquel año a que el regionalismo era aquí más nacional que en parte alguna. El regionalismo se agitaba dentro y en torno al Ateneo de Sevilla, sobre todo cuando desde Cataluña se impulsaba la creación de mancomunidades o las autonomías regionales.

 

A principios de 1908, con un gobierno conservador presidido por Maura, dispuesto a considerar al menos la organización de las primeras, dicta don  Felipe Cortines Murube su trascendental conferencia “Patria y Región” Ya la había pronunciado un año antes en el Ateneo de Madrid. Parte de la definición de los conceptos de región y nacionalidad. Defiende la legitimidad del regionalismo como protesta contra el centralismo, el caciquismo y los errores de los gobernantes. Refuerza sus argumentos con citas de escritores y políticos conservadores como Silvela, Maura y Gil-Robles –debe tratarse del padre del Gil-Robles de la República, catedrático de Derecho de la Universidad de Salamanca, de ideología tradicionalista- y también republicanos como Joaquín Costa y Gumersindo de Azcárate. Termina con estas rotundas afirmaciones:

 

“En las manifestaciones del espíritu nacional no deben desaparecer los matices regionales (…) En todos los órdenes debe florecer la vida regional, sin la camisa de fuerza del centralismo, porque así sólo se salvará la Patria (…) El amor nacional y regional deben crecer juntos. La fórmula de este regionalismo puede ser (…): amo a mi aldea más que a tu aldea, amo a mi región más que a tu región, amo a España más que a todo” (13)

           

            El discurso de Felipe Cortines Murube enlaza el regionalismo con el regeneracionismo de Costa y con la cruzada emprendida por éste contra el caciquismo –“Oligarquía y caciquismo” es una de sus obras más influyentes- en pro de la salvación de la España postrada y decadente, que pintan con gruesos trazos los regeneracionistas. Regionalismo y regeneracionismo están pues íntimamente imbricados.

 

            El ambiente es propicio para que el tema regionalista haga su irrupción, esta vez de manera estelar, en los Juegos Florales de 1909. El mantenedor de este año va a ser un político de segunda fila, nacido en Sevilla pero afincado en Madrid, ex republicano y liberal  como su pariente y jefe político José Canalejas. Mario Méndez Bejarano es también, a la sazón, diputado por el distrito electoral de Cazalla de la Sierra (Sevilla).

 

            Tras entonar un canto poético a todas y cada una de las provincias andaluzas, el orador se centra en el regionalismo andaluz, al que califica de patriótico. Después afirma rotundamente que Andalucía tiene una personalidad bien definida por su carácter y por sus escuelas artísticas y literarias, dispone de límites naturales e incluso es la única región de España que por su riqueza puede vivir independiente (14)

 

            El discurso de Méndez Bejarano causa un impacto enorme en el auditorio, pero sobre todo en un precoz notario de veinticuatro años, Blas Infante Pérez de Vargas, que se encuentra entre el público. El propio interesado lo reconoce así en un artículo de prensa recogido luego en su libro “Ideal Andaluz”:

 

“Indudablemente, esta institución de los Juegos Florales ha respondido bien al propósito de sus resucitadores catalanes.

 

En 1909 la vaga aspiración –del regionalismo andaluz- comienza a condensarse, venciendo al prejuicio.

 

En la fiesta de esta índole organizada por el Ateneo de Sevilla, el mantenedor –Mario Méndez Bejarano- exalta la personalidad de Andalucía. En su hermoso discurso late una invocación al patriotismo de los andaluces, sentimiento distinto en grado, pero de naturaleza santa, como el patriotismo nacional”

 

La inmensa ovación tributada al discurso del señor Méndez Bejarano (…) el cual causó en el público “una impresión, la más intensa que jamás han producido  oraciones de su índole” (Antonio Rivero de la Cuesta) fue la primera y espontánea manifestación pública patentizadora de que el patriotismo andaluz no está muerto (…)

 

Este hecho (es) evidente, así como la actitud de Andalucía en relación con la patria común de todos los pueblos, es decir, lo que ha de ser nuestro regionalismo, “sano, fraternal, patriótico”

 

El escritor José de los Ríos, citado por Blas Infante, también elogia el discurso de Méndez Bejarano, con palabras que transpiran regeneracionismo:

 

“Respecto al fondo, a la idea capital que la hermosísima oración entraña, esto está muy patente y manifiesto. Predicar el amor a… Andalucía, el regionalismo, sano, legítimo, fraternal y progresivo, la digna emulación y el noble pugilato entre las provincias que integran y constituyen esta España… ayer colosal, hoy caída, que en adversa o en próspera fortuna es nuestra madre adorada”

 

El propio Méndez Bejarano, tres años más tarde, se reafirma y reivindica como pionero:

 

“Cuando nadie estudiaba tan hondos problemas, ya yo había consagrado mi humilde esfuerzo al servicio del regionalismo andaluz. En el discurso que pronuncié en los Juegos Florales de 1909, concentré todos mis anhelos en el propósito de realzar la personalidad regional” (15)

 

            Ya sabemos que Méndez Bejarano exagera, cuando afirma que antes de su discurso de 1909 nadie estudiaba los hondos problemas del regionalismo andaluz. Pero de todas formas, será a partir de ese momento que éste tendrá no sólo un estudioso aplicado y profundo sino todo un profeta consagrado. Se trata de aquel joven notario, natural de Casares (Málaga), que sólo espera en Sevilla a cumplir los 25 años en 1910, para tomar posesión de la notaría de Cantillana (Sevilla), ganada por oposición cuando aún no tenía siquiera edad para ejercer la profesión.

 

            Después de escuchar, suponemos que muy impresionado, el discurso de Méndez Bejarano, Blas Infante se incorpora en el Ateneo de Sevilla a las tertulias mantenidas entre otros por los regionalistas Isidoro de las Cajigas, Alejandro Guichot, José Andrés Vázquez y José Mª Izquierdo.

 

            Tras el discurso de Méndez Bejarano, el tema andalucista estará presente prácticamente en todos los Juegos Florales, pero ya como afirmación, sin las dudas y los prejuicios que lo lastraban antes. A lo largo del año 1912 el tema se calienta en toda España, a propósito del proyecto de ley de mancomunidades, presentado por el gobierno Canalejas.

 

            Ese mismo año los Juegos Florales de Sevilla transcurren en torno a tres grandes temas: la Exposición Hispanoamericana en ciernes, el regionalismo y el momento literario. Una colección de folklore provincial gana el premio del tema regionalista, donado por el presidente de la Diputación Provincial de Sevilla. Pero el regionalismo vuelve a ser protagonista estelar de los Juegos Florales en 1913, en que actúa de mantenedor don Franscisco Cambó, nada menos, el líder de la Lliga Regionalista Catalana. He aquí algunos párrafos de su discurso:

 

“Yo quisiera que las regiones se engrandecieran por su propio esfuerzo, no por la protección del Estado. A éste se le debe mendigar libertad. A cambio de ésta, le devolveríamos nosotros cultura y riqueza, y entonces el Estado ostentaría la alta representación de España (…) Sevilla se encuentra en un momento trascendentalísimo de su vida, Sevilla no es la capital de una provincia, es la capital de varias provincias y el despertar y el crecimiento de las comarcas andaluzas, que en todas partes se nota, provocará el crecimiento d esta Sevilla capital de Andalucía (…)

 

En vosotros está el hacer de esta capital una gran metrópolis. En la España que se está formando, seguramente se dará el fenómeno reflejo de la formación de una o varias capitales espirituales. Yo desearía que se suscitase una noble competencia entre Barcelona y Sevilla, que ambas se disputasen el centro espiritual de la España nueva que todos estamos formando” (16)

 

            Conviene señalar que, durante los cursos de 1911-12 y 1912-13, es presidente del Ateneo don Javier Sánchez-Dalp, destacado ya entre los fundadores de la institución allá por 1887, como joven y entusiasta alumno de don Manuel Sales y Ferré. Don Javier Sánchez-Dalp es también una de las mayores fortunas agrarias de Sevilla. Será varias veces diputado conservador por el distrito de Aracena, en la Sierra de Huelva; y Alfonso XIII lo ennoblecerá, con el título de marqués de Aracena.

 

            Los Sánchez-Dalp forman parte de un sector de la élite terrateniente sevillana partidario de las innovaciones técnicas y la industrialización agraría; de los nuevos cultivos como el azúcar y el tabaco. Poseían un azucarera en La Rinconada. El presidente del Ateneo D. Javier Sánchez-Dalp inaugura el curso 1913 con un discurso sobre “Los sindicatos agrícolas bajo su aspecto económico-educativo”; en el que se muestra decidido partidario de los sindicatos para evitar las huelgas y mejorar las relaciones entre obreros y patronos

 

Bajo la dirección de Javier Sánchez-Dalp y la de su hermano Miguel, que le sucede en la presidencia del Ateneo, se experimenta en el seno de éste un auténtico auge del andalucismo; no sólo con los Juegos Florales de 1913 y el discurso de Cambó, sino también con la fundación ese mismo año de la revista Bética (17)

 

            En la difícil coyuntura histórica de la Primera Guerra Mundial los Juegos Florales de Sevilla desaparecen. El último mantenedor, en 1917, es el pedagogo católico Manuel Siurot. Luego resurgen de manera efímera, durante la Segunda República, en 1935.

 

EL DESPEGUE DEL ANDALUCISMO BLASINFANTIANO

 

Entre 1913 y 1917, el regionalismo andaluz recibe un fuerte impulso con la publicación de la revista “Bética” editada con el decidido apoyo del Ateneo pero subvencionada también por el Ayuntamiento de Sevilla. Su director el Félix Sánchez-Blanco y su administrador Felipe Cortines Murube de la Junta Directiva forman parte, entre otros, el profesor Javier Lasso de la Vega y Jiménez-Placer y el notario José Gastalver. La portada de la revista, muy elaborada, corría a cargo del pintor Santiago Martínez.

 

A pesar de la significación e importancia de la revista en cuanto al desarrollo del regionalismo andaluz, tanto cultural como político, hay que subrayar que la tirada no excedía los cien ejemplares y el precio por unidad era de 10 pesetas. Su difusión fue pues bastante limitada y elitista. El próximo año se cumplen el centenario de la revista Bética y esperamos conmemorarlo como se merece.

 

Entre los colaboradores de Bética se cuenta desde luego Blas Infante, quien el 23 de marzo de 1914 presenta en la Sección de Ciencias Políticas y Sociales del Ateneo de Sevilla su memoria titulada “Ideal Andaluz” La expresión no es original de Blas Infante, pues el año anterior la utiliza José Mª Izquierdo en una conferencia que dicta en el Ateneo de Madrid. Dice que hay que dotar a Andalucía de “un ideal humanista y humano (…) un ideal renaciente”. A lo largo de ese año de 1913, AlejandroGuichot y otros publican sus reflexiones sobre ese “ideal andaluz” enBética y en otros periódicos de Sevilla.

 

Tampoco es original de Blas Infante el lema “ANDALUCÍA PARA SÍ, PARA ESPAÑA Y LA HUMANIDAD” sino que, como él mismo reconoce, lo toma de un trabajo de autor anónimo, presentado para los Juegos Florales de 1914. Blas Infante es pues como una esponja, que absorbe las inquietudes regionalistas, sobre todo las expresadas en el Ateneo y en torno al Ateneo de Sevilla, y las reelabora y difunde. Eso sí, con una tremenda seguridad, sin los titubeos y dudas de otros que, como José Mª Izquierda llegan a preguntarse si Andalucía existe. Pues para Blas Infante Andalucía existe y las causas de su decaimiento no hay que buscarlas en la Naturaleza sino en la Historia.

 

Pero Blas Infante se revela también como un lector y un estudioso voraz. A finales de 1918, en un interesantísimo ciclo de conferencias y debates, en los que intervienen entre otros el poeta Pedro Salinas, el notario Gastalver y los profesores de la Universidad de Sevilla Ramón Carande y Manuel Giménez Fernández, Blas Infante titula su conferencia: “El problema catalán y sus relaciones con el problema andaluz”.

 

Entre otras cosas dice que los elementos integrantes de una nación no son sólo el territorio, la raza, la lengua, la cultura y la historia, elementos puestos por la Naturaleza como condiciones y como signos; SINO QUE LO QUE CONSTITUYE EN REALIDAD UNA NACIÓN ES EL VÍNCULO ESPIRITUAL, LA COMUNIDAD MORAL, EL SENTIMIENTO DE SU PERSONALIDAD, VIVOS EN LOS GRUPOS HUMANOS QUE LA INTEGRAN”

 

Es difícil encontrar mejor resumen de lo que propugnan, de un lado, el nacionalismo llamado orgánico, esencialista o primordialista, que ya teorizó en el siglo XVIII el alemán Herder y que viene a decir que las naciones existen como algo natural, independiente de la conciencia y la voluntad de sus integrantes, unidos y homogeneizados éstos por el territorio, el clima, la raza, la lengua, la cultura, la religión, la historia, etc.; y del otro lado, el nacionalismo de cuño liberal, el que teorizó mejor que nadie el francés Renan, que decía que una nación se mantiene, como un plebiscito cotidiano, por el consentimiento, el consenso, el acuerdo de quienes la forman (  )

 

            Seguro que Blas Infante había leído la obra de Renan, publicada en 1882, ¿Qué es una nación?, donde se encuentra esta definición:

 

“La nación es un alma, un principio espiritual (…) Una nación es una gran solidaridad creada por el sentimiento de los sacrificios que se han hecho y que se está dispuesto a hacer en el futuro. Supone un pasado, pero se retoma en el presente mediante un acto tangible: el consentimiento, el deseo claramente expresado de continuar la vida en común. La existencia de una nación es un plebiscito cotidiano” (   )

 

Para cuando en 1918 se expresa más o menos así, desde la tribuna del Ateneo de Sevilla, ya están maduras las ideas regionalistas y nacionalistas de Blas Infante. Aunque éste cuente sólo 33 años. Con sólo 30, en 1915 había publicado como libro la memoria presentada el año anterior en la Sección de Ciencias Políticas y Sociales del Ateneo, Ideal Andaluz. El mismo año de 1915 habíafundado el Centro Andaluz de Sevilla y la revista Andalucía.

 

En septiembre de 1917, el Centro Andaluz invita al Ateneo a una asamblea de entidades ciudadanas, para elaborar una candidatura conjunta de cara a las elecciones municipales en ciernes.  Se trata de plantar cara al caciquismo. La Junta General de socios del Ateneo, consecuente con el carácter apolítico y apartidista de la institución declina la invitación. En los años siguientes los hombres del Centro Andaluz de Sevilla llevarán al menos un par de concejales al Ayuntamiento. Uno es el republicano Hermenegildo Casas, que durante los tres primeros años de  la Segunda República, de 1931 a 1934, será presidente socialista de la Diputación Provincial, cargo desde el que desplegará un gran activismo andalucista.

 

Con la creación y activismo de los Centros Andaluces, el regionalismo político andaluz se lanza a la contienda política. En Córdoba es donde acumula más éxitos. En 1915 se funda el Centro Andaluz local, bajo la presidencia del catedrático de la Escuela de Veterinaria don Rafael Castejón. En 1916 se funda la estupenda revista Córdoba, virtualmente regionalista. En 1917 una candidatura republicano-socialista-andalucista, dirigida por el maestro republicano y andalucista Eloy Vaquero, bate en las elecciones municipales a conservadores y liberales. En 1919 don Rafael Castejón es elegido diputado provincial regionalista por el avanzado distrito electoral de Montilla-Castro del Río (  )

 

No en vano, después de la Asamblea celebrada en Ronda (Málaga) en 1918, en la que aprueban la bandera, el himno y el escudo de Andalucía, los andalucistas celebran en enero de 1919 su Asamblea de Córdoba. Pero en ésta se produce un sonoro enfrentamiento, seguido de ruptura, entre los regionalistas más blasinfantianos, encabezados por Eloy Vaquero y los conservadores, encabezados por el notario José Gastalver. Con Vaquero cierran filas casi todos los cuadros de las huestes republicanas de Córdoba, radicales unos, federales otros; pero con Gastalver están, entre otros, Rafael Castejón y el bodeguero cordobés republicano Francisco de P. Salinas.

 

La manzana de la discordia es el programa agrario de Blas Infante. Castejón, además de catedrático de Veterinaria, es terrateniente por vía marital, casado con Mª Isabel Calderón, natural de Utrera (Sevilla). Gastalver posee en el Aljarafe sevillano una finca de olivar y un almacén de aceituna de mesa, donde por cierto se comporta como un empresario muy humano. Y Francisco de P. Salinas, además de bodeguero, es perito agrícola y gran labrador arrendatario de cortijos en la Campiña cordobesa. Este grupo sólo es partidario de la modernización técnica de la agricultura andaluza: abonos, selección de semillas, nuevos cultivos, mecanización… Ni más ni menos que lo que al fin se haría en los años sesenta del pasado siglo.

 

Pero el grupo de Blas Infante y Vaquero tiene un programa de reforma agraria “georgista”. Según esta teoría económica, la tierra toda, de labor o urbana, es un bien social, cuyo dueño no es más que un arrendatario; el cual, a través de un utópico “impuesto único”, debe pagar la renta correspondiente a la sociedad, o se al Estado. En la versión más moderada del georgismo cabrían el gran propietario labrador y el gran arrendatario, que vendrían a igualarse, pero no cabrían los propietarios absentistas y rentistas.

 

Ahora bien, Vaquero y Blas Infante son partidarios de una reforma agraria más redistributiva, de que las masas jornaleras andaluzas accedan al usufructo de la tierra, a través de una reforma agraria que, aunque la predican georgista, es más parecida a la que al fin se aplicó en la Segunda República y que fue truncada por la guerra civil. Lo que Vaquero y Blas Infante quieren es redistribuir la tierra y crear una extensa clase media campesina.

 

Gastalver, Castejón y otros andalucistas conservadores captaron perfectamente las concomitancias de este programa de reforma agraria con los ideales anarquistas y socialistas de “la tierra para el que la trabaja” y huyeron de la Asamblea de Córdoba como espantados. Ciertamente Blas Infante y Vaquero, con su programa agrario, querían movilizar políticamente a las relativamente despolitizadas masas jornaleras de influencia anarco-sindicalista.

 

Ahora bien, la misma división que se evidencia en la Asamblea de Córdoba demuestra que el regionalismo y el nacionalismo andaluz están maduros ya; si bien, como en todo movimiento interclasista, en su seno se producen notables contradicciones.

 

En las conferencias y debates mantenidos a finales de 1918 en el Ateneo de Sevilla sobre la cuestión “Mensaje de la Mancomunidad” un elenco social y políticamente muy diverso mantiene, con diferentes matices, posturas regionalistas. Desde don Manuel Giménez Fernández hasta don Blas Infante, pasando por el notario don José  Gastalver y los catedráticos de la Universidad de Sevilla don Pedro Salinas y don Ramón Carande. Sólo parece disentir el abogado conservador don Servando Meana, quien de manera un tanto confusa afirma al comienzo de los debates:

 

“Los catalanes, al pedir ahora su autonomía, han procedido con desleatad. Si Cataluña sólo aspira a una cosa catalana, no debe importarnos nada; si quiere la descentralización contará con otras regiones. Pero hay que advertir que algunas como Andalucía no están dispuestas a la descentralización”

 

El católico Giménez Fernández parece oscilar. Pues un día afirma  que si Cataluña “ahora quiere emanciparse, enriquecida a costa de las demás regiones, falta a su deber de patriotismo”. Pero otro día admite que Cataluña es una región, no una nación, pero como región es merecedora de la autonomía, lo mismo que Andalucía.

 

 

Este debate, que tuvo que ser muy interesante, nos recuerda otro, que espero que abordemos algún día y es el que se produjo en el Ateneo sobre el destino de Sevilla después de la Exposición Iberoamericana de 1929-1930, debate que se inició cuando todavía no se había cerrado la propia Exposición. El de finales de 1918 sobre el regionalismo le hace exclamar a María de Pablo-Romero:

 

“Una vez más el Ateneo había acertado en su papel orientador” (  )

 

Sírvannos pues de máxima y programa a los ateneístas del siglo XXI estas palabras de nuestra historiadora. A nosotros, los miembros de este Ateneo, en el que se forjó y del que surgió una de las máximas más bellas y más elevadas:

 

¡ANDALUCÍA POR SÍ, PARA ESPAÑA Y LA HUMANIDAD!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                         

 

 

 

 

 

 

 

 

 

              

           

 

 

           

 

 

 

 

            

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